PUNTOS CLAVE
- La aclimatización (o aclimatación) al calor confiere adaptaciones biológicas que reducen el estrés fisiológico (por ejemplo, frecuencia cardiaca y temperatura corporal), mejora la comodidad, mejora la capacidad del ejercicio y reduce los riesgos de complicaciones por calor durante la exposición al estrés por calor.
- Las adaptaciones biológicas incluyen respuestas integradas termorreguladoras, cardiovasculares, de líquidos y electrolitos, metabólicas y moleculares.
- La aclimatización al calor ocurre cuando exposiciones repetidas al calor durante el ejercicio son suficientemente estresantes para causar sudoración profusa y temperaturas elevadas en todo el cuerpo.
- Generalmente, se requieren cerca de 1-2 semanas de ~90 min diarios de exposición al calor; pero los atletas con una condición aeróbica alta pueden aclimatarse al calor.
- La aclimatización al calor es específica al estrés del calor ambiental (desierto o trópicos) y a las intensidades del ejercicio físico a las cuales están expuestos los atletas, que pueden simular el medio ambiente competitivo esperado.
INTRODUCCIÓN
Si se da el tiempo suficiente para adaptarse, el acceso a la sombra y al agua son adecuados, las personas saludables pueden tolerar una exposición prolongada a virtualmente cualquier estrés por calor del ambiente que ocurra naturalmente (Sawka et al., 1996). El estrés por calor resulta de la interacción de las condiciones ambientales (temperatura, humedad, radiación solar), tasa de trabajo físico (producción de calor corporal) y uso de ropa/equipo pesados que impiden la pérdida de calor (Gagge & Gonzalez, 1996; McLellan et al., 2013; Sawka et al., 1996). El estrés por calor ambiental y el ejercicio físico interactúan sinérgicamente al incrementar el estrés en los sistemas fisiológicos (Sawka et al., 2011). De esta forma, realizar ejercicio físico en condiciones calurosas induce un incremento en la temperatura corporal, estrés cardiovascular y alteración en el metabolismo que puede causar malestar térmico, alteración del rendimiento aeróbico e incremento en el riesgo de complicaciones por calor serias (Nybo et al., 2014; Sawka et al., 2011). La aclimatación al calor ofrece ajustes biológicos que reducen estos efectos negativos del estrés por calor (Horowitz, 2014; Sawka et al., 1996, 2011; Taylor, 2014). La aclimatización, o aclimatación al calor, se desarrolla a través de exposiciones repetidas al calor natural (aclimatización) o artificial (aclimatación) respectivamente, que sean suficientemente estresantes para elevar tanto la temperatura central como la de la piel, produciendo una sudoración profusa (Périard et al., 2015; Sawka et al., 2003).
INTRODUCCIÓN A LA ACLIMATIZACIÓN AL CALOR
La magnitud de las adaptaciones biológicas inducidas por la aclimatización al calor depende en gran medida de la intensidad, duración, frecuencia y número de exposiciones al calor (Périard et al., 2015; Sawka et al., 2003, Taylor, 2014). Sea descansando o ejercitándose en el calor se tiene cierta aclimatización, pero ejercitarse en el calor es el método más efectivo para desarrollar aclimatización al calor. Usualmente, se requieren cerca de 7-14 días de exposición al calor para inducir aclimatización al calor. Una aclimatización óptima al calor requiere de una exposición mínima diaria al calor de cerca de 90 minutos (que puede ser prolongada hasta 2 horas y dividida en dos exposiciones de 1 hora), combinada con ejercicio aeróbico, más que con entrenamiento de fuerza. Los atletas deberán incrementar gradualmente la intensidad y duración del ejercicio, o sólo la duración de la exposición al calor, cada día de la aclimatización.
Durante la exposición inicial del ejercicio en calor, el estrés fisiológico es alto, como se manifiesta en el incremento de la temperatura central y la frecuencia cardiaca. El estrés fisiológico inducido por el mismo ejercicio en calor se reduce cada día de la aclimatización. La Figura 1 muestra las respuestas de frecuencia cardiaca, temperatura rectal y temperatura media de la piel de las personas antes y durante el ejercicio en cada día de un programa de aclimatización de 10 días en calor seco (Eichna et al., 1950). Durante el ejercicio diario en clima cálido, la mayoría de las adaptaciones en la frecuencia cardiaca, temperatura de la piel y central, así como la tasa de sudoración se alcanzan durante la primera semana de exposición (Pandolf, 1998; Sawka et al., 1996). La reducción de la frecuencia cardiaca se desarrolla más rápidamente en 4-5 días, y después de 7 días la reducción de la frecuencia cardiaca está esencialmente completa. Los beneficios termorreguladores de la aclimatización al calor están generalmente completos a los 10–14 días de exposición, pero pequeños beneficios adicionales pueden suceder posteriormente (Sawka et al., 1996).
La aclimatización al calor desaparece gradualmente si no se mantienen las exposiciones continuas y repetidas al ejercicio en calor (Pandolf, 1998). Los beneficios de la aclimatización al calor son mantenidos por ~1 semana y después se reducen cerca del 75% a las ~3 semanas, una vez que la exposición al calor ha terminado. Durante este periodo, la re-aclimatización ocurre más rápidamente que en la aclimatización inicial cuando una persona se vuelve a exponer al calor (Weller et al., 2007). Un día o dos de clima fresco intermedio no interferirá con la aclimatización al ambiente caluroso. Además, después de lograr la aclimatización al calor, el entrenamiento y la aclimatización al calor se pueden intercalar cada segundo o tercer día (Périard et al., 2015; Sawka et al., 2003).
Los atletas aeróbicamente bien entrenados pueden inducir la aclimatización al calor más rápidamente (tanto como el 50%) y mantener sus beneficios por más tiempo que los atletas con baja capacidad aeróbica (Armstrong & Pandolf, 1988; Pandolf, 1998). El entrenamiento aeróbico en climas templados puede reducir el estrés fisiológico y mejorar modestamente las capacidades de ejercitarse en climas calurosos (Périard et al., 2015), pero dichos programas de entrenamiento aeróbicos por sí solos no pueden reemplazar los beneficios de la aclimatización al calor (Armstrong & Pandolf, 1988). La Figura 2 compara el impacto de un programa de entrenamiento aeróbico con aclimatización al calor al reducir el estrés fisiológico y mejorando la resistencia durante el estrés por calor en el ejercicio (Cohen & Gisolfi, 1982). Después de completar una prueba inicial (pre entrenamiento) de ejercicio en calor (4h al ~35% de la potencia aeróbica máxima en condiciones calientes-secas), los sujetos realizaron un programa de entrenamiento (1h/día, 4 veces/semana, por 11 semanas en condiciones templadas) y repitieron la prueba de ejercicio en calor. Posteriormente, los sujetos realizaron un programa de aclimatización al calor (35% de la potencia aeróbica máxima, 4 horas/día por 8 días) y nuevamente realizaron la prueba de ejercicio en calor. Aunque el entrenamiento aeróbico redujo el estrés fisiológico y mejoró la resistencia, estas mejorías fueron muy modestas comparadas con aquellas que se obtuvieron por la aclimatización al calor (Cohen & Gisolfi, 1982). Por lo tanto, dado que el estrés por calor afecta el rendimiento aeróbico, los atletas necesitan integrar programas de aclimatización al calor mientras siguen manteniendo el acondicionamiento aeróbico. Aunque la evidencia previa sugiere que la aclimatización al calor puede ser un método efectivo para aumentar los beneficios del entrenamiento aeróbico en condiciones frías (Lorenzo et al., 2010; Scoon et al., 2007); dichos hallazgos no son universales (Karlsen et al., 2015).
ADAPTACIONES FISIOLÓGICAS
La aclimatización al calor mejora el confort térmico y las capacidades de ejercicio aeróbico submáximas y máximas en ambiente caluroso (Gonzalez & Gagge, 1976; Lorenzo et al., 2010; Nielsen et al., 1993; Racinais et al., 2015). La Tabla 1 muestra una breve descripción de los resultados funcionales y las adaptaciones biológicas asociadas con la aclimatización al calor (Sawka et al., 2011). Los beneficios de la aclimatización al calor se logran al mejorar las respuestas de sudoración y flujo sanguíneo a la piel, mejoría en la estabilidad cardiovascular (capacidad de mantener la presión arterial y el gasto cardiaco), mejor equilibrio de líquidos y electrolitos y una menor tasa metabólica (Périard et al., 2015; Sawka et al., 1996, 2011). La aclimatización al calor es específica al clima (desierto o selva) y al nivel de actividad física (Sawka et al., 2003). Sin embargo, la aclimatización al calor del desierto o a climas tropicales pueden mejorar marcadamente las capacidades de ejercitarse en el otro clima caluroso, pero en menor proporción que cuando se aclimatiza al mismo clima en el cuál será la competencia.
El efecto de la aclimatización al calor sobre el rendimiento del ejercicio aeróbico puede ser muy drástico, ya que aquellos sujetos aclimatizados pueden completar fácilmente las actividades en el calor que previamente fueron difíciles o imposibles (Sawka et al., 1996, 2003). Por ejemplo, la reducción en el rendimiento durante una prueba a su propio paso en el calor se recupera parcialmente después de 1 semana de aclimatización y casi totalmente recuperada después de 2 semanas de aclimatización (Racinais et al., 2015). La mejoría en la capacidad del ejercicio y en la estabilidad cardiovascular probablemente cambien en paralelo. La Figura 3 demuestra la mejoría en la capacidad del ejercicio aeróbico y en la estabilidad cardiovascular con la aclimatización al calor. Cuando 45 sujetos intentaron realizar una caminata de 20 km en un clima desértico, 20 de ellos sufrieron síncope durante el día inicial, mientras que al día 5 del programa de aclimatización, no hubo casos de síncope (Bean & Eichna, 1943).
Los tres signos clásicos de aclimatización al calor son una menor frecuencia cardiaca, menor temperatura central y una mayor tasa de sudoración durante el estrés inducido por el ejercicio en calor (Sawka et al., 1996, 2011; Taylor, 2014). Además, las temperaturas de la piel generalmente son menores y la sudoración empieza más tempranamente y a una menor temperatura central después de la aclimatización al calor (Nadel et al., 1974). Las glándulas sudoríparas también se vuelven más resistentes a la fatiga por lo que esas altas tasas de sudoración se pueden mantener, particularmente en climas con alta humedad (Gonzalez et al., 1974; Sawka et al., 1996). Una sudoración temprana y alta mejora el enfriamiento por evaporación (si el clima permite la evaporación), reduce la acumulación de calor en el cuerpo y la temperatura de la piel. Temperaturas menores de la piel reducirán el flujo sanguíneo hacia la piel requerido para el balance del calor (debido a un mayor gradiente de temperatura central a la piel) y reduce la reserva venosa cutánea por lo que el volumen sanguíneo se redistribuye de la periferia hacia la circulación central (Sawka et al., 2011). Todos estos factores reducen el estrés cardiovascular y mejoran el rendimiento del ejercicio en calor.
La mejoría en el equilibrio de líquidos por la aclimatización al calor incluye una mejor relación de la sed con las necesidades corporales de agua (Bean & Eichna, 1943; Eichna et al., 1945; Périard et al., 2015), incremento en el agua corporal total e incremento en el volumen sanguíneo (Mack & Nadel, 1996; Sawka & Coyle, 1999). Una persona no aclimatizada puede secretar sudor con una concentración de sodio de 60 mmol*L-1 o mayor y, si suda profusamente, puede perder grandes cantidades de sodio (Sawka et al., 1996). Con la aclimatización al calor, las glándulas sudoríparas conservan el sodio al secretar sudor con una concentración de sodio tan baja como 10 mmol*L-1. La retención de sodio es probablemente un contribuyente importante al incremento del agua corporal total (Mack & Nadel, 1996). Los atletas se deben asegurar de consumir las cantidades adecuadas de sodio (vía alimento y bebida), particularmente en las etapas tempranas de la aclimatización, ya que los déficits de sal pueden llevar a una deshidratación a pesar de consumir abundantes cantidades de líquidos (Mack & Nadel, 1996).
El calentamiento repetido de los tejidos corporales producen una Tolerancia Térmica Adquirida (TTA), que se refiere a las adaptaciones moleculares de una exposición al calor severa no letal que permite que el organismo sobreviva a una exposición al calor subsecuente y de otra forma letal (Horowitz, 2014). La aclimatización al calor y la TTA son complementarias ya que la aclimatización reduce el estrés por calor y la tolerancia térmica incrementa la supervivencia a una carga de calor determinada (Sawka et al., 2011).
La Tolerancia Térmica Adquirida está asociada con proteínas de golpe de calor (PGC) unidas a polipéptidos celulares desnaturalizados o emergentes y aportan protección y aceleración en la reparación originada del estrés por calor, isquemia, toxicidad de monocitos y radiación ultravioleta (Horowitz, 2014; Sawka et al., 2011). Estas PGC pueden modular la defensa del huésped, producir citocinas inflamatorias y proteger contra la exposición a endotoxinas, lo que debería proteger contra el “síndrome de respuesta inflamatoria sistémica” asociada con el golpe de calor por esfuerzo (Hasday et al., 2014; Horowitz, 2014; Leon and Bouchama, 2015; Welc et al., 2013). Además, la inducción de las PGC pueden estar asociadas con una mejoría en las capacidades aeróbicas en los perros (Bruchim et al., 2014). La aclimatación al calor incrementa los niveles de PGC y las capacidades de inducción en los humanos (McClung et al., 2008). Tanto la exposición al calor como el ejercicio aeróbico de alta intensidad estimulan la síntesis de PGC; sin embargo, la combinación del ejercicio aeróbico y la exposición al calor estimulan una mayor respuesta de las PGC ya que cada estresor lo hace independientemente (Skidmore et al., 1995).
ESTRATEGIAS DE ACLIMATIZACIÓN AL CALOR PARA ATLETAS
Las estrategias de aclimatización al calor más probadas experimentalmente fueron desarrolladas para instituciones ocupacionales o militares y no para atletas competitivos (Périard et al., 2015). Los atletas competitivos tienen mejor condición física y participan en eventos que requieren mayores intensidades metabólicas. Por lo tanto, los principios de “especificidad del entrenamiento” y la “especificidad de la adaptación” puedan requerir cargas de ejercicio de mayor intensidad que las que se probaron experimentalmente. De hecho, la mayoría de los protocolos de aclimatización al calor se llevaron durante algunos días estimulando una adaptación “lenta”. Sin embargo, los atletas pueden viajar rápidamente de un medio ambiente templado a un clima caluroso-caliente, o de un calor húmedo a un clima con calor seco, y pueden necesitar una inducción más rápida (y completa) de aclimatización al calor para optimizar el rendimiento.
El fenotipo de la aclimatización al ejercicio en calor generalmente es alcanzado a través de una de tres vías de inducción: i) tasa metabólica constante; ii) a su propio ritmo y iii) hipertermia controlada, o aclimatación isotérmica al calor (Périard et al., 2015). La magnitud de la adaptación puede estar relacionada también a la vía de inducción como Taylor (2014) lo ha argumentado, en que la exposición repetida a un régimen de tasa metabólica constante (por ejemplo aclimatización tradicional al calor) resulta en una adaptación menos completa, mientras que el enfoque de la sobrecarga progresiva (por ejemplo, hipertermia controlada a una temperatura central dada) es probable que induzca una aclimatización más completa al calor. Se ha propuesto recientemente que un protocolo de ejercicio con intensidad controlada a través de un nivel determinado de estrés cardiovascular (por ejemplo tasa de calor), que sea mantenido durante la exposición al calor durante el ejercicio diario, puede mejorar aun mas las adaptaciones (Périard et al., 2015).
Para optimizar el rendimiento, el estímulo del calor en el ejercicio deberá ser simulado lo más cercano posible a las condiciones climáticas del ejercicio durante la competencia. Sin embargo, esto puede requerir un incremento gradual en el estrés por calor climático, intensidad y duración del ejercicio y deberá haber compensaciones hechas por el atleta. Por ejemplo, se ha demostrado que un ejercicio de baja intensidad y larga duración estimula los mismos beneficios de aclimatización al calor (por ejemplo, reducción en frecuencia cardiaca de ejercicio, temperatura central y metabolismo) que aquellos que logra el ejercicio de moderada intensidad y corta duración (Houmard et al., 1990).
La aclimatización al calor en un ambiente seco confiere una ventaja sustancial en el calor húmedo, pero las diferencias fisiológicas y biofísicas entre el calor seco y húmedo lleva a uno a esperar que la aclimatación a la humedad pueda producir de alguna forma diferentes adaptaciones fisiológicas de la aclimatación al calor seco. Los beneficios híbridos de la aclimatización del calor húmedo y seco y los beneficios a intensidades altas de ejercicio no han sido bien estudiados. Si se necesita inducir la aclimatización al calor tanto para calor seco como húmedo, y si es importante una inducción rápida, entonces postulamos que podría ser más eficaz que los atletas se aclimaticen primero al calor seco (produciendo adaptaciones a la sudoración con algunos beneficios cardiovasculares) y en segundo lugar aclimatizar a los atletas al calor húmedo (probablemente induciendo mayor regulación de líquidos y adaptaciones cardiovasculares).
IMPLICACIONES PRÁCTICAS
La Tabla 2 proporciona algunas estrategias y sugerencias a los paramédicos deportivos, entrenadores y atletas para inducir óptimamente la aclimatización al calor antes de las competencias deportivas (Grupo de Tarea HFM-187, 2013). Las estrategias son comenzar temprano, imitar el clima de competencia y las demandas del ejercicio, asegurar un adecuado estrés por calor y recuperación, así como comer y beber adecuadamente.
RESUMEN
La aclimatización (o aclimatación) es una adaptación biológica que reduce el estrés fisiológico (por ejemplo, frecuencia cardiaca y temperaturas corporales) mejora el confort, mejora las capacidades del ejercicio y reduce los riesgos de trastornos severos relacionados al calor durante la exposición al estrés por calor. Las adaptaciones biológicas incluyen respuestas integradas de termorregulación, cardiovasculares, de líquidos y electrolitos, metabólicas y moleculares. La aclimatización al calor sucede cuando las exposiciones repetidas de ejercicio en calor son lo suficientemente estresantes para producir sudoración profusa y temperaturas corporales elevadas. Generalmente se requieren cerca de 1-2 semanas de exposición diaria de 90 minutos, pero los atletas altamente acondicionados en la fase aeróbica pueden aclimatizarse al calor en la mitad de ese tiempo. La aclimatización al calor es específica al estrés del calor climático (desierto o trópico) y a las intensidades del ejercicio físico a las cuales son expuestos los atletas, que deberán simular el ambiente esperado en la competencia. Existen estrategias y sugerencias que los paramédicos deportivos, entrenadores y atletas pueden seguir para inducir una aclimatización al calor óptima previo a la competencia deportiva.
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TRADUCCIÓN
Este artículo ha sido traducido y adaptado de: Sawka, M. (2015). Heat Acclimatization to improve athletics performance in warm-hot environments. Sports Science Exchange 153, Vol. 28, No. 153, 1-6, por el Dr. Samuel Alberto García Castrejón.
Sport Science Exchange (2015) Vol. 28, No. 153, 1-6