Figura 1. La distancia cubierta con carrera de alta velocidad durante un juego por jugadores en diferentes posiciones. Cada jugador está representado por un símbolo.
También hay diferencias en los tipos de sprints. Un sprint explosivo se define como el logro de la velocidad de sprint precedido por una aceleración rápida (de velocidad baja o moderada), llegando a la zona de alta velocidad en menos de 0.5 segundos. Un sprint continuo se caracteriza por una aceleración gradual de baja a moderada a alta velocidad. Bloomfield y colaboradores (2007) analizaron los sprints continuos y los explosivos para diferentes posiciones de juego en la Liga Inglesa Premier y demostraron que los defensas y los mediocampistas centrales realizaron menos sprints continuos en comparación con otras posiciones.
OTRAS ACTIVIDADES DEMANDANTES DEL PARTIDO
Los datos de carrera de alta intensidad no incluyen una serie de actividades de alto consumo energético, como aceleraciones cortas, giros, acciones con el balón, ataques y saltos. Por ejemplo, la mayoría de las aceleraciones máximas no dan lugar a velocidades asociadas con la carrera de alta intensidad, pero aun están contando metabólicamente (Osgnach et al., 2010). Por otra parte, se ha demostrado que los jugadores en la Liga FA Premier hacen alrededor de 700 giros en un juego, siendo alrededor de 600 de ellos de 0 a 90 grados (Bloomfield et al., 2007). Los jugadores participaron en cerca de 110 acciones con el balón con variaciones marcadas. El número de ataques y saltos depende del estilo de juego individual y su posición en el equipo y en el nivel superior se ha demostrado que varían de 3-27 y de 1-36, respectivamente (Mohr et al., 2003). También parece haber diferencias nacionales. En todas las posiciones, el número de títulos para jugadores de la Liga Española fue menor que para los jugadores en la Liga Inglesa FA Premier (Dellal et al., 2011). Por ejemplo, el número de títulos de defensor central en la Liga Española y la FA fue de 5 y 15, respectivamente. Del mismo modo, el número total de duelos de campo por parte de la defensa fue menor en la Liga Española en comparación con la FA (7 vs. 24).
INFLUENCIA DE TÁCTICAS DE EQUIPO SOBRE DEMANDAS FÍSICAS
El estilo de juego y el sistema de equipo juegan un papel en las demandas de los jugadores de forma individual. En un estudio reciente se analizó el efecto de la formación de juego sobre la carrera de alta intensidad y el rendimiento técnico de los equipos de la Liga Inglesa FA Premier (Bradley et al., 2011). No se observaron diferencias en la distancia total recorrida o carrera de alta intensidad entre las formaciones 4-4-2, 4-3-3 y 4-5-1, pero los jugadores en una formación 4-5-1 realizaron menos carreras de muy alta intensidad cuando su equipo tenía la posesión del balón y más cuando su equipo no dominaba el balón comparado con las formaciones 4-4-2 y 4-3-3. Estas diferencias se pueden relacionar con las características de ataque y de defensa inherentes a estas formaciones de juego. Una formación 4-5-1 es un sistema más defensivo que el 4-4-2 y 4-3-3 debido al refuerzo de las zonas del centro del campo, a expensas de los jugadores hacia el frente. Sin embargo, no se observó mucha diferencia en las posiciones individuales, salvo que los delanteros en una formación 4-3-3 llevaron acabo alrededor de 30% más de carrera de alta intensidad que los delanteros en las formaciones 4-4-2 y 4-5-1. También se observó que el delantero en un 4-5-1 tuvo una disminución significativa en la carrera de alta intensidad en la segunda mitad, que no se observó en los otros sistemas. Puede ser que la formación 4-5-1 requiera trabajo físico enfocado en el delantero, ya que a menudo se encuentra aislado y defendiendo y tiene que ejercer presión sobre la línea del fondo. La posesión total del balón no fue diferente entre las formaciones 4-4-2, 4-3-3 y 4-5-1, pero el número y la fracción de pases exitosos fueron más altos en una formación 4-4-2 en comparación con las 4-3-3 y 4-5-1. En general, los resultados sugieren que las formaciones de juego no influyen en los perfiles de la actividad general de los jugadores, a excepción de los delanteros, pero sí tienen un impacto en la actividad de carrera de muy alta intensidad, con y sin posesión del balón, y en algunos elementos técnicos del rendimiento.
LA FATIGA DURANTE UN PARTIDO DE FÚTBOL
Una pregunta relevante es si la fatiga se produce hacia el final de un partido de fútbol y qué la causa. Es un hallazgo común que la cantidad de sprints, carrera de alta intensidad y distancia recorrida son más bajos en la segunda mitad que en la primera mitad de un partido (Reilly y Thomas, 1979;. Bangsbo et al., 1991; Bangsbo, 1994; Mohr et al., 2003;. Carling y Dupont, 2011). Parece que la carrera de alta velocidad se ve afectada en el segundo tiempo por las actividades de la primera mitad, y los defensas y los mediocampistas centrales y laterales de la Liga Premier, que tienen las posiciones de juego más exigentes físicamente, mostraron tener una reducción en el rendimiento en el juego en el segundo tiempo (Bradley et al., 2013B). Además, varios estudios han proporcionado pruebas de que la capacidad, tanto de los jugadores élite y sub-élite de fútbol, para llevar a cabo el ejercicio de alta intensidad se reduce hacia el final de los partidos (Reilly y Thomas, 1979;. Mohr et al., 2003, 2004, 2005; Krustrup et al., 2006;. Carling y Dupont, 2011). En cualquier caso, las habilidades técnicas no pueden afectarse por la reducción en la capacidad de trabajo. Un estudio demostró que los jugadores de élite franceses generalmente fueron capaces de mantener su rendimiento relacionado con las habilidades a lo largo de un juego (Carling y Dupont, 2011). Las reducciones en el rendimiento en la carrera en partidos pueden deberse a que los jugadores emplean estrategias conscientes o subconscientes para mantener el ritmo y permitir la finalización del partido con éxito, por lo que no representan una verdadera fatiga. Sin embargo, el salto, el sprint y el rendimiento en ejercicio intermitente, cuando se evaluaron después de un partido, se redujeron significativamente en comparación con antes de un partido (Mohr et al., 2004, 2005; Krustrup et al., 2006). Otra pregunta relevante es qué ocurre cuando los jugadores compiten en varios juegos importantes dentro un periodo corto. En un estudio de jugadores de la Liga Francesa no se observaron diferencias ni en la habilidad o el rendimiento físico cuando se jugaron tres partidos en siete días, como a menudo sucede (Carling y Dupont, 2011).
Los jugadores también pueden experimentar fatiga temporal durante un juego. Se ha demostrado en varias ocasiones que los jugadores masculinos de fútbol de elite realizan menos ejercicio de alta intensidad, por debajo de la media del juego, en los cinco minutos posteriores al periodo más intenso del partido (Mohr et al., 2003;. Mascio y Bradley, 2013). Estas reducciones en el rendimiento después de un período de ejercicio intenso podrían ser el resultado de la variación natural en la intensidad del juego debido a factores tácticos o psicológicos. Sin embargo, en otro estudio, los jugadores llevaron a cabo una prueba repetida de sprint inmediatamente después de un período intenso durante cada medio tiempo y también al final de cada mitad (Krustrup et al., 2006). Se demostró que después de períodos intensos en la primera mitad, el rendimiento en sprint de los jugadores se redujo significativamente, mientras que a finales de la primera mitad, la capacidad de realizar sprints repetidos se había recuperado. Juntos, estos resultados sugieren que los jugadores de fútbol experimentan fatiga temporalmente durante el juego.
LAS DEMANDAS DE ENERGÍA DURANTE UN JUEGO
Aunque se han llevado a cabo un gran número de estudios que analizan las actividades de los partidos durante los últimos cinco años, las mediciones que estiman las demandas fisiológicas durante el partido son escasas.
El fútbol es un deporte intermitente en el cual el sistema de energía aeróbica es altamente utilizado con frecuencias cardíacas promedio y máximas de alrededor del 85% y 98% de los valores máximos, respectivamente (Reilly y Thomas, 1979; Ekblom, 1986; Ali y Farally, 1991; Bangsbo, 1994; Krustrup et al., 2005), que corresponde al consumo de oxígeno promedio (VO2) alrededor de 70% del consumo máximo de oxígeno (VO2máx). Esta idea es apoyada por el hallazgo de temperaturas centrales en el rango de 39 a 40°C durante un juego (Ekblom, 1986; Mohr et al., 2004.).
Más importante para el rendimiento que la captación de oxígeno promedio durante un juego puede ser el aumento de la tasa de consumo de oxígeno durante muchas acciones cortas e intensas. La frecuencia cardíaca de un jugador durante un partido rara vez está por debajo del 65% de la FCmáx, lo que sugiere que el flujo de sangre a los músculos de las piernas que se ejercitan es continuamente mayor que en reposo, lo que significa que el suministro de oxígeno es alto. Sin embargo, la cinética del oxígeno durante los cambios de ejercicio de baja a alta intensidad durante el juego parece estar limitada por factores locales y dependen, entre otros aspectos, de la capacidad oxidativa de los músculos que se contraen (Bangsbo et al., 2001;. Krustrup et al., 2004;. Nyberg et al., 2010). La tasa de aumento en el consumo de oxígeno se puede cambiar con un entrenamiento intenso de intervalos (Krustrup et al., 2004).
La observación de que los jugadores de fútbol de élite realizan 150-250 acciones intensas, breves durante un juego (Mohr et al., 2003) indica que la tasa de recambio de energía anaeróbica es alta durante los períodos de un juego. A pesar de que esto no se ha estudiado directamente, el ejercicio intenso durante un partido llevaría a una tasa alta de rompimiento de fosfato de creatina (PCr), que en gran medida se vuelve a sintetizar en los siguientes períodos de ejercicio de baja intensidad (Bangsbo, 1994). Las mediciones de PCr en las biopsias musculares obtenidas después de períodos de ejercicio intenso durante un partido han mostrado valores de alrededor del 75% del nivel en reposo. Sin embargo, es probable que esta cifra sea significativamente menor durante el partido, ya que estos valores se obtuvieron a partir de biopsias tomadas 15-30 segundos después de las actividades de los partidos, durante los cuales indudablemente pudo haber ocurrido una resíntesis sustancial de PCr (Krustrup et al., 2006). Usando valores adecuados para la resíntesis de PCr, es de esperarse que durante partes de un juego, cuando se hayan realizado varios ataques intensos con solamente periodos cortos de recuperación entre ellos, los valores de PCr estén por debajo del 30% del nivel en reposo.
Se han observado concentraciones promedio de lactato en sangre de 2-10 mM durante partidos de fútbol, con valores individuales por encima de 12 mM (Krustrup et al., 2006). Estos hallazgos indican que la tasa de producción de lactato muscular es alta durante el partido, pero el lactato muscular sólo se ha medido en un solo estudio. En un partido amistoso entre equipos no profesionales, el lactato muscular aumentó cuatro veces (alrededor de unos 15 mmol/kg de peso seco) en comparación con los valores en reposo después de períodos intensos en ambas mitades del partido, siendo el valor más alto de 35 mmol/kg de peso seco (Krustrup et al., 2006). Tales valores son menos de un tercio de las concentraciones observadas durante el ejercicio exhaustivo intermitente a corto plazo (Krustrup et al., 2003). La concentración bastante alta de lactato en sangre frecuentemente vista en el fútbol (Bangsbo, 1994; Ekblom, 1986;. Krustrup et al., 2006) puede no representar la producción elevada de lactato en una sola acción durante el juego, sino más bien una respuesta acumulada/equilibrada para un número de actividades de alta intensidad. Es importante tener esto en cuenta al interpretar las concentraciones de lactato en la sangre como una medida de la concentración de lactato muscular. Sin embargo, con base en numerosos estudios que utilizan el ejercicio máximo de corta duración realizado en el laboratorio, y el hallazgo de concentraciones elevadas de lactato en sangre y moderadas de lactato muscular durante el partido, se puede concluir que la tasa de glucólisis es alta por periodos cortos durante un juego.
UTILIZACIÓN DE SUSTRATO DURANTE UN PARTIDO DE FÚTBOL
El glucógeno muscular es un sustrato importante para el jugador de fútbol, como es evidente a partir de diversos estudios donde se ha medido el glucógeno. Saltin (1973) observó que las reservas de glucógeno muscular estaban casi agotadas en el medio tiempo cuando los niveles previos al partido estaban bajos (~45 mmol/kg de peso húmedo). En ese estudio, algunos jugadores que comenzaron el juego con niveles normales de glucógeno muscular (~100 mmol/kg de peso húmedo) aún tenían valores bastante altos en el medio tiempo, pero al final del juego estaban por debajo de 10 mmol/kg de peso húmedo. Otros han encontrado que las concentraciones después del partido fueron de 40-65 mmol/kg de peso húmedo (Smaros, 1980; Jacobs et al., 1982; Krustrup et al., 2006), lo que indica que las reservas de glucógeno muscular no siempre se agotan al final de un partido de fútbol. Sin embargo, análisis de fibras musculares individuales después de un partido, han revelado que un número significativo de fibras están agotadas o parcialmente agotadas en ese momento, la cual puede ser una de las razones por las que la fatiga parece ocurrir hacia el final de un juego (Krustrup et al., 2006).
La concentración de ácidos grasos libres (AGL) en la sangre aumenta durante un juego, más durante la segunda mitad (Bangsbo, 1994;. Krustrup et al., 2006). Los períodos frecuentes de descanso y de baja intensidad en un juego permiten el flujo significativo de sangre al tejido adiposo, lo que promueve la liberación de AGL. Este efecto también se ilustra por el hallazgo de altas concentraciones de AGL en el descanso y después del partido. La sugerencia de una alta tasa de lipólisis durante un juego se apoya en observaciones de los niveles elevados de glicerol, aunque los aumentos son menores que durante el ejercicio continuo, lo que probablemente refleja un intercambio alto de glicerol, por ejemplo, como un precursor de la gluconeogénesis en el hígado (Bangsbo, 1994). Los cambios hormonales pueden jugar un papel importante en el aumento progresivo en el nivel de AGL. Las concentraciones de insulina disminuyen y los niveles de catecolaminas se elevan progresivamente durante un partido (Bangsbo, 1994), estimulando una tasa alta de lipólisis y por lo tanto, la liberación de AGL en la sangre (Galbo, 1983). El efecto se refuerza por bajos niveles de lactato hacia el final de un juego, conduciendo a menor supresión de la movilización de ácidos grasos del tejido adiposo (Bülow y Madsen, 1981; Galbo, 1992; Bangsbo, 1994;. Krustrup et al., 2006). Los cambios en AGL durante un partido pueden causar mayor captación y oxidación de AGL de los músculos que se contraen, especialmente durante los períodos de recuperación en un juego (Turcotte et al., 1991). Además, una mayor utilización de triglicéridos musculares podría ocurrir en el segundo tiempo debido a las concentraciones elevadas de catecolaminas. Ambos procesos pueden ser mecanismos de compensación para la reducción progresiva de glucógeno muscular y son favorables para mantener la concentración de glucosa en sangre.
RESUMEN
El papel táctico y el efecto de la situación asociados con la posición de juego individual y el nivel de competencia afectan el trabajo de alta intensidad realizado en un juego. Sin embargo, aunque los jugadores realizan actividades de baja intensidad por más del 70% del juego, las mediciones de la frecuencia cardiaca y de la temperatura corporal sugieren que el consumo promedio de oxígeno para los jugadores élite de fútbol es de alrededor del 70% del VO2máx. Esto puede explicarse en parte por las 150-250 acciones breves intensas que un jugador de primera clase lleva a cabo durante un juego, lo cual también sugiere que las tasas de utilización de PCr y la glucólisis son frecuentemente altas durante un partido. El glucógeno muscular es probablemente el sustrato más importate para la producción de energía, y la fatiga que se presenta hacia el final de un juego puede estar relacionada con el agotamiento de glucógeno en algunas fibras musculares. La oxidación de grasa parece aumentar progresivamente durante un partido, compensando parcialmente la disminución progresiva del glucógeno muscular. La fatiga también puede ocurrir de forma temporal durante un juego.
RECONOCIMIENTO
Los estudios originales del autor fueron apoyados por el equipo de Dinamarca y el Ministerio de Cultura, Dinamarca.
REFERENCIAS
Ali, A., and M. Farally (1991). Recording football players’ heart rate during matches. J. Sports Sci. 9(2):183-189.
Bangsbo, J. (1994). The physiology of football – with special reference to intense intermittent exercise. Acta Physiologica Scandinavica. 151 (suppl. 619):1-155.
Bangsbo, J., L. Nørregaard, and F. Thorsøe (1991). Activity profile of competition football. Can. J. Sports Sci. 16(2):110-116.
Bangsbo, J., P. Krustrup, J. Gonzales-Alonso, and B. Saltin (2001). ATP production and mechanical efficiency during intense exercise, effect of previous exercise. Am. J. Physiol. 280: E956-E964.
Bangsbo, J., M. Mohr, and P. Krustrup (2006). Physical and metabolic demands of training and match-play in the elite football player. J. Sports Sci. 24: 665-674.
Bloomfield, J., R. Polman, and P. O’Donoghue (2005). Effects of score-line on team strategies in FA Premier Leaue soccer. J. Sports Sci. 23: 192-193.
Bloomfield, J., R. Polman, and P. O'Donoghue (2007). Physical Demands of Different Positions in FA Premier League Soccer. J. Sports Sci. Med. 6(1):63-70.
Bradley, P.S., W. Sheldon, B. Wooster, P. Olsen, P. Boanas, and P. Krustrup (2009). High-intensity running in English FA Premier League soccer matches. J. Sports Sci. 27:159-168.
Bradley, P.S., C. Carling, D. Archer, J. Roberts, A. Dodds, M. Di Mascio, D. Paul, A.G. Diaz, D. Peart, and P. Krustrup (2011). The effect of playing formation on high-intensity running and technical profiles in English FA Premier League soccer matches. J. Sports Sci. 29(8):821-830.
Bradley, P.S., C. Carling , A. Gomez Diaz, P. Hood, C. Barnes, J. Ade, M. Boddy, P. Krustrup, and M. Mohr (2013a). Match performance and physical capacity of players in the top three competitive standards of English professional soccer. Hum. Mov. Sci. 32(4):808-821.
Bradley, P.S., C. Lago-Peñas, E. Rey, and A. Gomez Diaz (2013b). The effect of high and low percentage ball possession on physical and technical profiles in English FA Premier League soccer matches. J. Sports Sci. 31(12):1261-1270.
Bradley, P.S., A. Dellal, M. Mohr, J. Castellano, and A. Wilkie (2014). Gender differences in match performance characteristics of soccer players competing in the UEFA Champions League. Hum. Mov. Sci. 33:159-171.
Bülow J., and J. Madsen (1981). Influence of blood flow on fatty acid mobilization form lipolytically active adipose tissue. Pflugers Archive 390:169-174.
Carling, C., J. Bloomfield, L. Nelsen, and T. Reilly (2008). The role of motion analysis in elite soccer: Contemporary performance measurement techniques and work rate data. Sports Med. 38:839-862.
Carling, C., and G. Dupont (2011). Are declines in physical performance associated with a reduction in skill-related performance during professional soccer match-play? J. Sports Sci. 29(1):63-71.
Castellano, J., A. Blanco-Villaseñor , and D. Alvarez (2011). Contextual variables and time-motion analysis in soccer. Int. J. Sports Med. 32(6):415-21.
Castellano, J. , D. Alvarez-Pastor, and P.S. Bradley (2014). Evaluation of Research Using Computerised Tracking Systems (Amisco® and Prozone ®) to Analyse Physical Performance in Elite Soccer: A Systematic Review. Sports Med. (ePub ahead of print).
Dellal, A., K. Chamari, D.P. Wong, S. Ahmaidi, D. Keller, R. Barros, G.N. Bisciotti, and C. Carling (2011). Comparison of physical and technical performance in European soccer match-play: FA Premier League and La Liga. Eur. J. Sport Sc. 11(1): 51-59.
Di Salvo, V., F. Pigozzi, C. González-Haro, M.S. Laughlin, and J.K. De Witt (2013). Match Performance Comparison in Top English Soccer Leagues. Int. J. Sports Med. 34(06): 526-532.
Ekblom, B (1986). Applied physiology of soccer. Sports Medicine 3:50-60.
Galbo, H. (1983). Hormonal and Metabolic Adaptations to Exercise. Thime-Stratton. New York, pp. 1-144.
Galbo, H. (1992). Exercise Physiology: Humoral Function. Sport Sci. Rev. 1:65-93.
Heisterberg, M.F., J. Fahrenkrug, P. Krustrup, A. Storskov, M. Kjær, and J.L.J. Andersen (2013). Extensive monitoring through multiple blood samples in professional soccer players. Strength Cond. Res. 27(5):1260-1271.
Ingebrigtsen, J., M. Bendiksen, M.B. Randers, C. Castagna, P. Krustrup, and A. Holtermann (2012). Yo-Yo IR2 testing of elite and sub-elite soccer players: performance, heart rate response and correlations to other interval tests. J. Sports Sci. 30(13):1337-1345.
Jacobs, I., N. Westlin, J. Karlson, M. Rasmusson, and B. Houghton (1982). Muscle glycogen and diet in elite soccer players. Eur. J. Appl. Physiol. 48:297-302.
Krustrup, P., M. Mohr, T. Amstrup, T. Rysgaard, J. Johansen, A. Steensberg, P. K. Pedersen, and J. Bangsbo (2003).The Yo-Yo intermittent recovery test: physiological response, reliability and validity. Med. Sci. Sports Exerc. 35:695-705.
Krustrup, P., Y. Hellsten, and J. Bangsbo (2004). Interval training elevates muscle oxygen uptake at high but not at low exercise intensities. J. Physiol. 559: 335-345.
Krustrup, P., M. Mohr, H. Ellingsgaard and J. Bangsbo (2005). Physical demands during an elite female soccer game: importance of training status. Med. Sci. Sports Exerc. 37:1242-1248.
Krustrup, P., M. Mohr, A. Steensberg, J. Bencke, M. Kjær and J. Bangsbo (2006). Muscle and Blood Metabolites during a soccer game: Implications for sprint performance. Med. Sci. Sports Exerc., 38: 1165-1174.
Krustrup, P., M. Zebis, J. Jensen, and M. Mohr (2010). Game-Induced Fatigue Patterns in Elite Female Soccer. J. Strength Cond. Res. 24(2):437-441.
Lago, C. (2009). The influence of match location, quality of opposition, and match status on possession strategies in professional association football. J. Sport Sci. 27:1463-1469.
Mascio, M., and P.S. Bradley (2013). Evaluation of the most intense high-intensity running period in English FA premier league soccer matches. J. Strength Cond. Res. 27(4):909-915.
Mohr, M., P. Krustrup, and J. Bangsbo (2003). Match performance of high-standard soccer players with special reference to development of fatigue. J. Sport Sci. 21:439-449.
Mohr, M., P. Krustrup, L. Nybo, J. J. Nielsen, and J. Bangsbo (2004). Muscle temperature and sprint performance during soccer matches – beneficial effects of re-warm-up at half time. Scand. J. Med. Sci. Sports 14(3):156-162.
Mohr, M., P. Krustrup, and J. Bangsbo (2005). Fatigue in soccer: A brief review. J. Sport Sci. 23(6):593-599.
Nyberg M, Mortensen SP, Saltin B, Hellsten Y and Bangsbo J. (2010). Low blood flow at onset of moderate-intensity exercise does not limit muscle oxygen uptake. Am. J. Physiol. 298: R843-848.
Osgnach, C., S. Poser, R. Bernardini, R. Rinaldo, and P.E. di Prampero (2010). Energy cost and metabolic power in elite soccer: a new match analysis approach. Med. Sci. Sports Exerc. 42(1):170-178.
Rampinini, E., A.J. Coutts, C. Castagna, R. Sassi, and F.M. Impellizzeri (2007). Variation in top level soccer match performance. Int. J. Sports Med. 28(12):1018-1024.
Rampinini, E., F.M. Impellizzeri, C. Castagna, A.J. Coutts, and U. Wisløff (2009).Technical performance during soccer matches of the Italian Serie A league: effect of fatigue and competitive level. J. Sci. Med. Sport. 12(1):227-233.
Reilly, T, and V. Thomas (1979). Estimated energy expenditures of professional association footballers. Ergonomics 22:541-548.
Rienzi, E., B. Drust, T. Reilly, J. E. Carter, and A. Martin (1998). Investigation of antrophometric and work-rate profiles of elite South American international soccer players. J. Sports Med. Phys. Fitness 40:162-169.
Saltin, B.(1973) Metabolic fundamentals in exercise. Med. Sci. Sports Exerc. 5:137-146.
Smaros, G. (1980). Energy usage during a football match. In Proceedings of the 1st International Congress on Sports Medicine Applied to Football (Edited by L. Vecchiet), pp. 795-801. Rome: D. Guanello.
Turcotte, L. P., B. Kiens, and E.A. Richter (1991). Saturation kinetics of palmitate uptake in perfused skeletal muscle. Fed. Eur. Biochem. Soc. 279:327-329.
TRADUCCIÓN
Este artículo ha sido traducido y adaptado de: Bangsbo, J. (2014). Physiological demands of football. Sports Science Exchange 123, Vol. 27, No. 125, 1-6, por L.N. Nidia Rodríguez Sánchez y Lourdes Mayol, M.Sc.
Sports Science Exchange (2014) Vol. 27, No. 125, 1-6