- La actividad de sprints repetidos, característica del fútbol, da como resultado una reducción neta en las concentraciones de glucógeno muscular, la cuál se ha asociado con una disminución del rendimiento hacia las últimas etapas de un partido.
- El consumo diario de carbohidratos debe ser proporcional al costo estimado de combustible de la sesión de entrenamiento o partido.
- La ingesta de 2.5 g de carbohidratos/kg de masa corporal (MC) en la “comida pre-partido” 3 h antes del ejercicio “llenará” los almacenes de glucógeno en el músculo y el hígado.
- La ingesta de 60 g de carbohidratos/h, antes y durante el ejercicio (incluyendo el medio tiempo) preservará el glucógeno endógeno y aumentará las concentraciones de glucosa sanguínea. Como resultado, los jugadores son capaces de mantener la carrera de alta intensidad a lo largo del partido, lo que se ha identificado como un atributo clave en el rendimiento de los jugadores y equipos de fútbol del más alto nivel.
- El daño muscular como una consecuencia de los cambios frecuentes en la dirección, la desaceleración de los sprints y el contacto entre jugadores durante el partido puede afectar la síntesis de glucógeno después del ejercicio.
- Se está acumulando evidencia de que la ingesta de carbohidratos también tiene un impacto beneficioso sobre el rendimiento en habilidades, sin embargo se requieren futuros estudios para determinar el mecanismo exacto involucrado.
Introducción
El rendimiento en el fútbol se caracteriza por explosiones de actividad muy intensa intercaladas con periodos de recuperación a intensidades de ejercicio relativamente bajas (Bansgbo, 2014). Los carbohidratos y las grasas son los combustibles que proporcionan al jugador la energía requerida para el entrenamiento y los partidos. La contribución relativa de estos combustibles durante el ejercicio dependerá de varios factores, incluyendo los almacenes de carbohidratos pre-ejercicio, la intensidad y duración del ejercicio, y el nivel de entrenamiento del jugador (Jeukendrup, 2003). No obstante, las actividades de alta intensidad en el fútbol como sprints, saltos, etc., están soportadas por la provisión de energía anaeróbica. En un sprint de 6 s, el glucógeno contribuirá aproximadamente al 50% del intercambio de ATP dentro del músculo (Cheetham et al., 1986). Así, la actividad de sprints repetidos resulta en una reducción neta en las concentraciones de glucógeno muscular. Las concentraciones bajas de glucógeno muscular se han asociado con una disminución del rendimiento, al medirse como distancia cubierta a alta intensidad hacia las últimas etapas de un partido (Bendiksen et al., 2012). El análisis de fútbol del más alto nivel ha revelado que la habilidad de mantener la carrera de alta intensidad y los niveles de dominio de habilidades, especialmente en las etapas finales de un partido, son atributos clave de un jugador del más alto nivel y de un equipo exitoso (Mohr et al., 2003). Así, el mantenimiento del glucógeno muscular y de las concentraciones de glucosa sanguínea pueden ser importantes en el soporte de las demandas físicas del fútbol y también de otros factores que contribuyen al rendimiento en el fútbol tales como la agilidad, ritmo, habilidades y toma de decisiones. Aunque los mecanismos exactos todavía están por determinarse, el consumo de carbohidratos antes y durante la carrera intermitente puede retrasar la fatiga y mejorar el rendimiento. Para este fin, esta revisión actual discutirá aquellos estudios que han investigado el consumo de carbohidratos en preparación para, la participación en, y la recuperación del ejercicio específico del fútbol.
Glucógeno
La importancia del glucógeno muscular para el rendimiento en el fútbol se identificó por primera vez a inicios de lo años 70s (Saltin, 1973). En este trascendental estudio, se tomaron biopsias del cuádriceps femoral de jugadores recreativos al inicio, medio tiempo y al final de un partido de fútbol. Después del análisis del contenido de glucógeno muscular, los autores reportaron que las concentraciones fueron significativamente más bajas al término del partido (pre: 96 mmol/kg peso húmedo; medio tiempo: 32 mmol/kg peso húmedo; final: 9 mmol/kg peso húmedo). Aquellos jugadores que iniciaron el partido con bajo glucógeno muscular (45 mmol/kg peso húmedo) tuvieron sus almacenes casi depletados para el medio tiempo. También se observó que los jugadores que iniciaron el partido con alto glucógeno muscular cubrieron una mayor distancia y gastaron más del tiempo total completando carreras de alta intensidad (27% contra 15%) en comparación con aquellos jugadores que iniciaron el juego con bajo glucógeno muscular.
Durante las últimas cuatro décadas, el desarrollo y uso de nuevas tecnologías, tales como filmación con video y GPS han permitido estudiar a detalle las demandas fisiológicas del fútbol (Bangsbo, 2014; Bangsbo 1994a; Bangsbo et al., 2006). Aunque los jugadores cubren la mayoría de la distancia (10-13 km) caminando y corriendo a baja intensidad, son las actividades de ejercicio de alta intensidad las que están asociadas con los momentos críticos durante un partido de fútbol (Gregson et al., 2010). Por ejemplo, un sprint directo es la actividad observada más frecuentemente antes de que sea anotado/otorgado un gol durante un partido (Faude et al., 2012).
La actividad de sprint se soporta por la provisión de energía anaeróbica. En un sólo sprint de 6 s, el glucógeno contribuirá aproximadamente con el 50% del intercambio de ATP dentro del músculo (Cheetham et al., 1986). Así, la consecuencia de la actividad de sprints repetidos es una reducción neta en las concentraciones de glucógeno muscular (Saltin, 1973; Nevill et al., 1993) (Figura 1). Se ha reportado que tanto las fibras musculares tipo I como las tipo II exhiben una depleción significativa de glucógeno, estando vacías o casi vacías aproximadamente 80% de las fibras (es decir, por debajo de 200 mmol/kg de peso seco) de glucógeno después de un juego de competencia (Bendiksen et al., 2012). Aunque el glucógeno se agota en ambos tipos de fibras musculares, puede ser que la disminución específica de glucógeno en las fibras musculares tipo II pueda resultar en la pérdida significativa de producción de potencia durante sprints repetidos (Greenhaff et al., 1994). Se ha demostrado que las concentraciones de glucógeno muscular más bajas que aproximadamente 200 mmol/kg de peso seco disminuyen significativamente la tasa glucolítica (Bangsbo, 1994b). Además, la depleción de glucógeno muscular en los compartimentos de glucógeno sub-celular, es decir, el retículo sarcoplásmico, resulta en reducciones asociadas en el manejo del calcio muscular (Ca2+) (Nielsen et al., 2011). Si el glucógeno bajo influencia el flujo de calcio, se comprometerá la propiedad contráctil del músculo. Por lo tanto, proporcionar carbohidratos antes y durante el ejercicio tiene un papel crucial en el mantenimiento de una reserva de energía para estos compartimentos sub-celulares. Sin embargo, es importante notar que las implicaciones del agotamiento del glucógeno muscular van más allá que la provisión de energía para la contracción del músculo. El glucógeno muscular bajo tiene numerosas implicaciones para la innovación tanto del músculo como para el sistema nervioso central (Nybo, 2003; Jensen & Richter 2012; Gejl et al., 2014). Así, el glucógeno muscular bajo puede resultar en la pérdida de ejecución de habilidades, afectar la toma de decisiones y también puede aumentar el riesgo de lesión hacia el final de un juego (Medina et al., 2014; Rahnama et al., 2002). De manera interesante, la distancia total lograda a una velocidad alta ha sido identificada como un factor que distingue a los jugadores del nivel más alto de los niveles medio a bajo (Mohr et al., 2003) (Figura 2). Aun más, el éxito general de un equipo está asociado con menores disminuciones en la carrera de alta intensidad hacia el final de un partido en comparación con los equipos menos exitosos (Mohr et al., 2003). Para este fin, proporcionar carbohidratos antes de la actividad de fútbol y la provisión de carbohidratos durante el ejercicio son estrategias poderosas que se ha encontrado retrasan la fatiga y mejoran el rendimiento.
Consumo de carbohidratos antes del partido
El consumo diario de carbohidratos debe ser proporcional al costo estimado de combustible de la sesión de entrenamiento o partido. Es improbable que los jugadores completen partidos o sesiones de alta intensidad diariamente, especialmente durante la temporada. Así, para baja intensidad, recuperación o entrenamientos técnicos basados en habilidades se recomienda que los jugadores ingieran 3-5 g de carbohidratos/kg MC/día. Mientras que cuando los jugadores completen entrenamiento moderado, aproximadamente 1 h al día, se recomienda el consumo de carbohidratos de 5-7 g/kg MC/día (Burke et al., 2011). Las estrategias para aumentar el glucógeno endógeno antes de una competencia ha involucrado históricamente un modelo “clásico” de 7 días incluyendo una fase de “depleción” inicial seguida por una “fase de carga” (Sherman, 1983). Sin embargo, ahora se sabe que el músculo de los atletas bien entrenados es capaz de “supercompensar” los almacenes de glucógeno sin una fase de “depleción” previa. El músculo entrenado también parece tener la habilidad de almacenar más glucógeno en comparación al músculo no entrenado y por lo tanto ser más susceptible a las estrategias de “supercompensación” (McInerney et al., 2005). Así, una dieta alta en carbohidratos que proporcione 10 g de carbohidratos/kg MC/día combinada con el descanso apropiado puede resultar en la “supercompensación” de glucógeno muscular en tan poco como 24-36 h (Bussau et al., 2002).
La importancia del glucógeno para el rendimiento en el fútbol ha dado como resultado la estrategia sabiamente utilizada de “comida pre-partido”. El foco de esta comida es ingerir una comida alta en carbohidratos fáciles de digerir 3-4 h antes del ejercicio, para aumentar los niveles de glucógeno en reposo en el músculo y el hígado. El día del partido las ganancias relativas en los almacenes endógenos de glucógeno logrados con la alimentación con carbohidratos serán dependientes de las concentraciones iniciales y el nivel de entrenamiento del músculo. Sin embargo, como una guía, después del ayuno nocturno se ha reportado que ingerir una comida que contenga 2.5 g de carbohidratos/kg MC aumenta el glucógeno muscular en un 11-15% y el glucógeno hepático en un 33%, 3 h después de su consumo (Taylor et al., 1996; Wu & Williams, 2006).
Inmediatamente antes del calentamiento o del partido (dependiendo de la preferencia individual) los jugadores pueden ingerir carbohidratos (25-30 g) para disminuir la liberación de glucosa del hígado, ahorrando así el almacén hepático de glucógeno (Howlett et al., 1998). El papel del glucógeno hepático es la regulación de las concentraciones de glucosa sanguínea (euglicemia: 4.0-5.5 mmol/L). Al inicio de un partido, la contracción muscular causará un aumento en la absorción de glucosa de la sangre. En sintonía, la glucogenólisis del hígado se activará por las acciones del glucagon y la adrenalina. De manera interesante, se ha reportado que la glucosa sanguínea se eleva durante la actividad de sprints repetidos y raramente se observa que disminuya a concentraciones que puedan impactar el rendimiento (Krustrup et al., 2006). Estos hallazgos sugerirían que la tasa de liberación de glucosa del hígado es suficiente para compensar el uso de glucosa sanguínea a través de los 90 min de actividad de fútbol en jugadores bien alimentados. De hecho, durante el fútbol, la glucosa sanguínea sólo se reduce durante el medio tiempo. Esto es más probablemente una consecuencia de la absorción constante de glucosa por el músculo activo previamente y una reducción en la glucogenólisis del hígado, por una disminución del nivel de catecolaminas durante este periodo de recuperación (Krustrup et al., 2006).
Es importante notar que durante un partido prolongado, es decir, con tiempos extra y penales, las concentraciones de glucosa sanguínea caerán y, si no se reponen, pueden resultar en hipoglicemia (Foskett et al., 2008). Los síntomas de hipoglicemia incluyen el funcionamiento sub-óptimo del sistema nervioso central que tiene implicaciones obvias para el rendimiento en el fútbol (Nybo, 2003). Al contrario, se han asociado las concentraciones aumentadas de glucosa sanguínea con un rendimiento de “habilidades” superior en deportes técnicos tales como el tenis (Vergauwen et al., 1998; McRae & Galloway, 2012). Así, la glucosa sanguínea elevada parece predominante cuando se ejecutan habilidades complejas que requieren altos niveles de activación del sistema nervioso central, particularmente durante actividad intermitente de alta intensidad (McMorris & Graydon, 1997; Winnick et al., 2005). Por lo tanto, es razonable concluir que el mantenimiento o el aumento de la glucosa sanguínea mejoraría la “ejecución de habilidades”, especialmente bajo circunstancias de fatiga y/o hipoglicemia.
El consumo de suficientes cantidades de carbohidratos antes de un partido es probablemente la estrategia más importante para el rendimiento en el fútbol. Esto es porque la oportunidad de consumir carbohidratos durante el juego está limitada a las interrupciones en el juego poco frecuentes y al medio tiempo. Para este fin, hay varias implicaciones practicas que los jugadores y el personal de apoyo deben considerar cuando definan las estrategias de comida antes del partido. Primero, la recomendación antes del partido estuvo originalmente basada en la observación de que los almacenes de glucógeno del hígado se reducen a concentraciones muy bajas después de una noche de ayuno. Sin embargo, en el juego profesional, pocos partidos inician antes del mediodía y muchos partidos ahora se juegan en la tarde. Bajo estas circunstancias, los jugadores tienen una amplia oportunidad de reponer los almacenes de glucógeno hepático y llenar el glucógeno muscular durante el día. Así, el momento de la comida antes del partido debe cambiarse para adaptarse al horario del partido y en consideración a otras comidas típicas ingeridas durante el día. Segundo, es importante notar que la comida antes del partido es típicamente una actividad en equipo. Aunque todos los jugadores deben prepararse como si fueran a jugar, obviamente no siempre éste es el caso. Los nutricionistas/nutriólogos y entrenadores de los clubes deben estar al pendiente de monitorear el consumo de energía de los jugadores que consumen una comida antes del partido pero que no jueguen y modificar su gasto de energía como corresponda.
Carbohidratos durante el entrenamiento y los partidos
Se han dirigido estudios que muestran una cercana asociación entra el consumo de carbohidratos y el rendimiento del jugador durante partidos “en vivo”. Por ejemplo, en un estudio de Kirkendall y colaboradores (1988) se capturó en video el rendimiento físico de 10 jugadores en dos ocasiones, separadas por un día. Para cada partido, los jugadores bebieron ya sea una solución con carbohidratos o un placebo endulzado antes del juego y el mismo volumen al medio tiempo. Se reportó que los jugadores que bebieron la solución de carbohidratos corrieron aproximadamente una distancia 40% mayor durante el segundo tiempo del juego, en comparación a cuando se consumió la bebida placebo (Kirkendall et al., 1988). De manera interesante, en un estudio similar en el cual los jugadores consumieron 0.5 L de una solución de glucosa al 7% 10 min antes de un partido de práctica y el mismo volumen otra vez al medio tiempo, se reportó una reducción de 39% en el uso de glucógeno muscular al comparar con jugadores que bebieron un placebo endulzado (Leatt & Jacobs, 1989). Una consideración importante cuando se interpretan los datos de “rendimiento” durante los partidos de fútbol es la alta variabilidad observada entre juegos. Por ejemplo, las diferentes formaciones tácticas y los niveles de competencia tendrán una gran influencia en la distancia que cubre un jugador a alta velocidad y las distancias de sprints logradas (Gregson et al., 2010). Así, aunque es una medición interesante, evaluar el impacto que las estrategias de nutrición tienen sobre el “rendimiento” en un partido es un reto debido a la compleja interacción entre los componentes físicos y técnicos. Para este fin, las pruebas experimentales controladas han ofrecido excelentes hallazgos acerca del impacto que tiene el consumo de carbohidratos durante el ejercicio sobre el rendimiento de múltiples sprints y la ejecución repetida de habilidades.
Utilizando una prueba especialmente diseñada para imitar las demandas físicas del fútbol, (Loughborough Intermittent Shuttle Run Test: LIST), Nicholas y colaboradores (1995) realizaron una serie de estudios para investigar el efecto que tiene beber una solución de carbohidratos-electrolitos sobre el rendimiento (Nicholas et al., 2000). En el primer estudio, los jugadores bebieron una solución de 6.9% de carbohidratos y electrolitos o un placebo endulzado inmediatamente antes del ejercicio (5 mL/kg MC) y durante las interrupciones de 3 min (2 mL/kg MC) entre cada bloque de 15 min de ejercicio. Este régimen proporcionó carbohidratos a una tasa de aproximadamente 1 g/min o 60 g/h. El rendimiento en sprints repetidos no fue diferente entre tratamientos. Sin embargo, similar a las observaciones de los estudios de campo, los jugadores fueron capaces de sostener carreras de alta intensidad por 2 min 10 s más durante la segunda parte de la prueba cuando bebieron la solución de carbohidratos-electrolitos al comparar con el placebo (Nicholas et al., 1995). En un estudio de seguimiento, los jugadores repitieron seis bloques de 15 min de carrera intermitente hasta 90 min, bebiendo el mismo volumen y concentración (6.9%) de solución de carbohidratos-electrolitos o un placebo endulzado. En este estudio, el análisis de biopsias musculares reveló una reducción significativa en las concentraciones de glucógeno muscular en ambos tipos de fibras musculares. Sin embargo, el uso de glucógeno muscular se redujo en 22% cuando los jugadores consumieron la solución de carbohidratos durante el ejercicio en comparación al placebo (Nicholas et al., 1994). Así, la preservación del glucógeno muscular ofrece un mecanismo viable para explicar por qué los jugadores son capaces de compensar la fatiga y sostener la carrera de alta intensidad en la segunda mitad de los partidos de fútbol.
Es importante notar el papel vital de la ejecución de habilidades en el rendimiento en el fútbol. Usando una versión modificada de LIST, McGregor y colaboradores (1999) reportaron que el consumo de líquido durante el ejercicio tuvo un beneficio significativo para el mantenimiento de las habilidades específicas del fútbol (prueba de monitoreo de dribleo) al comparar con no consumo de líquido. Sin embargo, de relevancia para esta revisión, se ha reportado que el consumo de carbohidratos en adición al líquido es superior para el mantenimiento de las habilidades en comparación al consumo de sólo líquido. Específicamente, Ali y Williams (2009) desarrollaron una prueba de rendimiento de pases y disparos de soccer, la cual se realizó antes e inmediatamente después de LIST (90 min). En este estudio, 16 jugadores masculinos de fútbol ingirieron ya sea una solución de 6.4% de carbohidratos y electrolitos o una solución placebo, 5 mL/kg MC antes y 2 mL/kg MC cada 15 min durante el ejercicio (~60 g de carbohidratos por hora). El rendimiento en los pases se mantuvo bien en ambos tratamientos. Sin embargo, se asoció una disminución en el deterioro del rendimiento en el disparo con el consumo de carbohidratos (Ali & Williams, 2009). Casi al mismo tiempo, Currell y colegas también desarrollaron un protocolo de prueba de fútbol, que permitió la evaluación del rendimiento de habilidades específicas de fútbol (Currell et al., 2009). De manera importante, se reportó la ejecución de habilidades de fútbol para mostrar pequeñas variaciones día a día, con coeficientes de variación (CV) de 1.2%, 2.2% y 2.8% para agilidad, dribleo y precisión de pateo, respectivamente. En este estudio el consumo de una solución de 7.5% de maltodextrina, 30 min antes (6 mL/kg MC), al medio tiempo (4 mL/kg MC) y rutinariamente a través del ejercicio (1 mL/kg MC/12 min) se asoció con una reducción significativa en el deterioro del rendimiento de habilidades durante 90 min de ejercicio, en comparación al consumo de una solución placebo (Figura 3).
La habilidad de sostener la ejecución de habilidades durante un partido de fútbol tiene claras implicaciones de rendimiento. Por ejemplo, en Italia, se encontró que los equipos con las menores disminuciones en el rendimiento de habilidades durante un partido finalizaron la temporada en una posición más alta en la liga (Rampinini et al., 2009). De manera interesante, se ha reportado que el consumo de carbohidratos mejora tanto el sprint (15 m) como el rendimiento de habilidades durante las primeras etapas (0-45 min) de protocolos de fútbol simulado (Ali & Williams, 2009; Currell et al., 2009). Cuando se permite un tiempo de recuperación adecuado para la reposición de fosfocreatina y queda en el músculo suficiente glucógeno, un beneficio metabólico claro del consumo de carbohidratos para soportar el rendimiento del fútbol no es inmediatamente aparente. Sin embargo, hay evidencia acumulada de que el consumo de carbohidratos puede tener un efecto central “no metabólico”. En estudios de carrera y ciclismo se ha reportado un beneficio sobre el rendimiento de resistencia por simplemente enjuagar la boca y escupir una solución de carbohidratos (Rollo & Williams, 2011). El efecto ergogénico puede estar mediado por la activación de vías en el cerebro asociadas con la recompensa y motivación, en respuesta al reconocimiento de carbohidratos en la boca. No obstante, hasta la fecha, los beneficios del enjuague bucal con una solución de carbohidratos no parecen extenderse al rendimiento en sprints repetidos (Dorling & Earnest, 2013). Sin embargo, también se ha reportado que la ingesta de carbohidratos mantiene la función del sistema nervioso central durante el ejercicio prolongado, lo cual puede tener implicaciones importantes para la ejecución exitosa de habilidades y toma de decisiones en el fútbol (Nybo, 2003). Las publicaciones científicas disponibles sugieren que el consumo de una solución apropiada de carbohidratos-electrolitos durante ejercicio específico de fútbol beneficiarán el rendimiento. Los jugadores con almacenes de glucógeno comprometidos serán capaces de sostener su nivel de dominio de habilidades y el rendimiento en sprints repetidos, en comparación con no beber líquido o el consumo de sólo líquido. Como se discutió, la fatiga durante el fútbol y el ejercicio prolongado está asociado con la disminución en el glucógeno muscular. Se ha mostrado que la ingesta de carbohidratos atenúa la disminución en las concentraciones de glucosa sanguínea durante el ejercicio prolongado y ahorra glucógeno muscular durante un partido de fútbol (Coyle et al., 1986; Leatt & Jacobs 1989). Así, se recomienda el consumo de carbohidratos para los partidos, donde los jugadores buscan ganar ventajas en el rendimiento y para entrenamiento intenso, donde los jugadores deben tener el objetivo de ganar beneficios máximos de la sesión. La oportunidad de consumir carbohidratos durante partidos de fútbol con frecuencia está limitada a interrupciones no programadas en el juego. Es vital que los carbohidratos estén fácilmente disponibles y los jugadores estén consientes de los beneficios de ingerir carbohidratos, de tal forma que no se pierdan estas oportunidades. Finalmente, es importante notar que se pueden proveer carbohidratos a los jugadores en una variedad de diferentes formas. Por ejemplo, los carbohidratos se oxidan efectivamente, ya sea que se proporcionen en forma sólida, es decir, en barras, gomitas (chews); geles semisólidos, o en una bebida (Pfeiffer et al., 2010). Así, las estrategias para proveer aproximadamente 60 g de carbohidratos por hora pueden modificarse de acuerdo a la preferencia del jugador, sin embargo en contexto con otros requerimientos nutricionales tales como las necesidades de líquido del jugador (Laitano et al., 2014). El principal beneficio de tomar bebidas de carbohidratos-electrolitos bien formuladas es que las necesidades de combustible y líquido se cubren simultáneamente.
Recuperación
Las estrategias apropiadas para soportar la recuperación de un jugador del entrenamiento y los partidos son fundamentales para la habilidad general del equipo de rendir repetidamente. La agresividad de la estrategia de recuperación dependerá de cuándo se requiere que el jugador vuelva a jugar, ya sea en entrenamiento o competencia y se vuelve cada vez más importante en situaciones de torneo.
De manera interesante, se ha reportado una depleción completa del glucógeno muscular en una proporción de ambos tipos de fibras musculares, de contracción lenta y rápida, inmediatamente después de un juego de fútbol (Krustrup et al., 2006). Es de relevancia para la estrategia de recuperación que la resíntesis de glucógeno en estas fibras es más rápida en las horas post-ejercicio, en comparación a cuando los carbohidratos se proporcionan varias horas más tarde (Piehl 1974). Una recomendación general para los jugadores para alcanzar altas tasas de resíntesis de glucógeno es ingerir aproximadamente 1 g de carbohidratos/kg MC inmediatamente después del ejercicio (Ivy et al., 1988). Nicholas y colaboradores (1997) completaron un estudio para proporcionar un ejemplo de cómo tal estrategia impacta el rendimiento en el fútbol. En este estudio, los jugadores realizaron el LIST hasta el agotamiento en cuatro ocasiones separadas por una semana. En una ocasión los jugadores consumieron una dieta rica en carbohidratos y repitieron el protocolo de circuito de carrera 22 h más tarde. La dieta de recuperación alta en carbohidratos resultó en un aumento en el consumo de energía diario normal de los jugadores de 2600 kcal a 3818 kcal. El consumo de carbohidratos absoluto se aumentó de un promedio diario de 381 g a 705 g para el periodo de recuperación (5 a 10 g de carbohidratos/kg MC respectivamente). En la otra ocasión los jugadores realizaron otra vez el protocolo de circuito de carrera. Sin embargo, los jugadores consumieron una dieta mixta durante las 22 h del periodo de recuperación. La dieta mixta contenía sus cantidades normales de carbohidratos (381 g), consumiendo proteína y grasa para igualar el consumo de energía de la dieta de carbohidratos. Cuando los jugadores ingirieron la dieta mixta, no pudieron alcanzar el rendimiento del día previo. Sin embargo, el consumo de una dieta rica en carbohidratos estuvo asociada con una mejoría en el rendimiento. Los jugadores fueron capaces de sostener la carrera de alta intensidad por 3.3 min más que lo logrado en el día previo, lo cual es equivalente a unos 7.4 min adicionales de carrera en comparación al tiempo logrado posterior a la dieta mixta (Nicholas et al., 1997).
Interesantemente, estudios más recientes han sugerido que la tasa de resíntesis de glucógeno muscular puede estar disminuida posterior a un partido de fútbol competitivo. Se reportó que los almacenes de glucógeno fueron menores que las concentraciones pre-partido 48 h después del juego, a pesar de la ingesta de una dieta alta en carbohidratos (Bangsbo et al., 2006; Krustrup et al., 2011). Las actividades específicas de fútbol, tales como cambios frecuentes en la dirección y desaceleraciones de los sprints, tienen un alto componente excéntrico. Las contracciones excéntricas en combinación con el contacto entre jugadores resulta en daño muscular, el cual en turno puede perjudicar la síntesis de glucógeno (Krustrup et al., 2011). Este fenómeno no se alivia con una dieta alta en carbohidratos y proteína de suero de leche (whey) (Gunnarsson et al., 2013). Es notable que no se ha reportado una supercompensación de las concentraciones de glucógeno muscular 48 h después de un partido de fútbol, una respuesta típica reportada posterior a un ejercicio prolongado de carrera o ciclismo.
De relevancia para el daño muscular, Gregson y colaboradores (2013) realizaron otro estudio interesante con respecto a la resíntesis de glucógeno y la recuperación. En un intento por acelerar la recuperación del jugador y reducir el dolor muscular, la crioterapia con “baños de hielo” ha llegado a ser una estrategia común adoptada por muchos clubes de fútbol. Sin embargo, debido a la consecuencia vasoconstrictiva de la crioterapia, ha aumentado la preocupación en cuanto a si la resíntesis de glucógeno sería perjudicada debido a la disponibilidad reducida de sustrato al músculo. De modo tranquilizador, 10 min de inmersión en agua fría (8ºC) del miembro inferior, posterior a ejercicio exhaustivo, no resultó en una disfunción de la recuperación del glucógeno en comparación a estar sentado en reposo, cuando se ingirieron cantidades apropiadas de carbohidratos (Gregson et al., 2013).
Es importante notar que no debe olvidarse la provisión de proteína en el contexto de una estrategia de recuperación óptima después de un partido de fútbol. En relación a la resíntesis de glucógeno, puede utilizarse la co-ingestión de cantidades relativamente pequeñas de proteína con carbohidratos para aumentar la secreción de insulina postpandrial y acelerar las tasas de síntesis de glucógeno muscular (van Loon, 2007). Aunque, la ingesta de proteína adicional no incrementará la resíntesis de glucógeno muscular cuando están disponibles suficientes cantidades de carbohidratos (Betts & Williams, 2010). No obstante, la investigación sugiere que la inclusión de proteína en sintonía con un consumo apropiado de carbohidratos ayudará a la reconstrucción del tejido muscular y soportará la adaptación específica al rendimiento en el fútbol (Res, 2014).
Finalmente, los estudios han reportado que el estado de “ánimo” de los atletas se mantiene mejor por un consumo diario de carbohidratos aumentado durante los periodos intensivos de entrenamiento (5.5 g a 8.5 g de carbohidratos/kg MC/día) (Achten et al., 2004). Durante los momentos de la temporada cuando los jugadores están expuestos a partidos más frecuentes, es decir, jugando dos partidos a la semana, no debe subestimarse la importancia de mantener el vigor y la motivación para entrenar de los jugadores.
Resumen
La actividad de sprints repetidos, característica del fútbol, resulta en una reducción neta en las concentraciones de glucógeno muscular. Las concentraciones bajas de glucógeno muscular se han asociado con un rendimiento disminuido, cuando se mide por la distancia cubierta a alta intensidad hacia las etapas finales de un partido. El consumo diario de carbohidratos debe ser proporcional al costo estimado de combustible de la sesión de entrenamiento o partido. En los días de partido la ingesta de 2.5 g de carbohidratos/kg MC, 3 h antes del ejercicio llenará los almacenes de glucógeno en el músculo y en el hígado. El consumo de 60 g de carbohidratos/h, antes de y durante (incluyendo el medio tiempo) el ejercicio está asociado con el mantenimiento de carrera de alta intensidad y la ejecución de habilidades. El mantenimiento de ambos factores, especialmente en las etapas finales de un juego, se ha identificado como atributo clave del rendimiento de los jugadores y equipos de fútbol del más alto nivel. Se está acumulando evidencia de que la ingesta de carbohidratos también tiene un beneficio sobre el rendimiento en las habilidades, sin embargo se requieren futuros estudios para determinar el mecanismo exacto involucrado. Finalmente, es importante notar que en esta revisión se ha discutido al macronutriente carbohidrato, en lugar de los equivalentes de alimentos. Así, la contribución esencial del nutricionista/nutriólogo especializado en deporte radica en traducir la investigación discutida en comidas prácticas basadas en las preferencias y necesidades individuales de los jugadores.
Referencias
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TRADUCCIÓN
Este artículo ha sido traducido y adaptado de: Rollo, I. (2014). Carbohydrate: The football fuel. Sports Science Exchange Vol. 27, No. 127, 1-8, por Lourdes Mayol Soto, M.Sc.